Nadie puede decir que el frikerío no tenga modales, eso es cierto. Los tiene, y todos muy malos. Años y años de encierro a fin de practicar el vicio solitario (no, ese no, el de la lectura... bueno: los dos vicios solitarios) han erosionado los modales que con tanto cariño trataron de inculcarnos nuestras madres, nuestros profesores y, finalmente, nuestros libreros, sin éxito por supuesto.
Es por ello que, con la ayuda de Superman, vamos a pasar breve revista a unas mínimas normas de etiqueta, unas claves que permitan al friki promedio, ahora sí, salir de casa y alternar con la alta sociedad en una cena de gala sin temor a que nos tiren piedras (como siempre).
En primer lugar, señalemos que los cubiertos se ordenan sobre la mesa desde fuera hacia dentro. Corresponden al primer plato, pues, los cubiertos más alejados del plato, después los siguientes, y así sucesivamente, hasta llegar a los cubiertos de postres, situados enfrente del comensal, al otro lado del plato. Si hubiere más de uno, se aplicará la misma regla.
Aunque también puede optarse por la acción directa, claro.
¡Canapieses! Se considera de pésima educación y de muy mal gusto excederse con el alcohol. Por tanto, si no está seguro de su aguante, opte por el agua. El agua cría la vista clara, es diurética y contiene sales minerales beneficiosas para lo que es el mismo cuerpo, de manera que no tema beber cuanta agua le apetezca.
Pero conténgase antes de llegar a la bañerita de "Flusky" Llegamos a lo que quizás sea el punto más delicado: las relaciones sociales. Se espera de usted que sea capaz de entablar y mantener animada conversación con los comensales situados a su diestra y siniestra y, si el tamaño de la mesa lo permite, con los situados al otro lado de ésta. Si posee alguna habilidad específica capaz de contribuír a animar la velada, le está permitido hacer uso de ella, siempre dentro de los más elementales límites que marcan la moral y las buenas costumbres. (Truco: Se considera de mal tono depositar sobre la mesa el miembro, propio o ajeno, antes de los postres)
Traduzco: "Ah, yo me rio de verme tan bella en este espejo" Por último, no se despida sin antes agradecer a sus anfitriones la velada, y tenga en cuenta que diferentes culturas podrían interpretar como un insulto lo que en otras representa un elaboradísimo halago. Trate de no confundirse, por favor.
Y despídase antes de que ataquen los robots rebeldes, o le liarán En próximas entregas: cómo rechazar con elegancia una invitación al sexo, y cómo separar correctamente las espinas del pescado. ¡No os las perdáis! ¡Especialmente la primera, nunca se sabe!