Aún a riesgo de que me llamen por ahí gafapasta, lo confieso: este verano, yo también me he leído el Héroe, de David Rubín, que ya iba tocando (y que pueden ustedes adquirir en el jol del hotel). Mu gonito, oigan. Pero, eso sí, con fallitos. Que, ojo, no es que lastren la obra ni mucho menos, pero es que un paladar delicado como el mío (y supongo que el vuestro) exige otras soluciones.
Un poner: la presentación del malo. Toda una persecución campestre, desarrollada con esmero de manera que la tensión vaya en aumento...
...en aumento...
...en aumento...
...total, para que el malo le tire una piedra o qué se yo, cuando la situación demandaba a gritos otra evidentísima resolución...
Un poner: la presentación del malo. Toda una persecución campestre, desarrollada con esmero de manera que la tensión vaya en aumento...
...en aumento...
...en aumento...
...total, para que el malo le tire una piedra o qué se yo, cuando la situación demandaba a gritos otra evidentísima resolución...
(Pero aparte de eso, chachi piruli, ¿eh?)
Y, además, no es una oveja, sino un carnero jovencito al que todavía no le han salido los cuernos.
ResponderEliminarSi lo que dice Ca_in es cierto... El malo es algún antepasado remoto de Brucie?...
ResponderEliminarSi fuera una oveja, el tipo diría «¡ya eres mía!» en vez de «¡ya eres mío!»
ResponderEliminarSi me persiguiera un tio verde con faldita yo tambien tendria mucho miedo...
ResponderEliminarEstá muy claro, por la cara del corderito, que no quiere montar en el baticobete.
ResponderEliminarEstá claro, la escena demandaba una aparición estelar de Jimmy Olsen para enseñarles cómo se hacen las cosas bien: con boda y gorilas a go go...
ResponderEliminarAhora entiendo esas leyendas sobre los pastores y las cabras...
ResponderEliminarAunque no fuera verde,oiga.
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