¡Maldita sea, robusto Voolstagg! Aunque hayan enanos sueltos infiltrándose en la mismísima Asgard, ¡no se irrumpe en los aposentos del Poderoso Dios del Trueno cuando está, este, despachando!
Y si acaso irrumpes, oh voluminoso Volstagg, ¡recuerda que no debes bajo ningún concepto posar la mirada en Su Muy Portentoso... er... Martillo...!
Pero sobre todo, oh, tetradimensional Volstagg, NO permitas que tu preadolescente hija, carne de tu carne y sangre de tu carne, descanse su delicada e inocente mirada sobre el susodicho Divino Martillo, porque...
...porque...
...bueno, supongo que ya lo irás descubriendo...
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