A los más jovencitos esto que os voy a contar os parecerá raro, pero os aseguro que es cierto de toda, uh, certitud, y los que comiencen a peinar canas -o bien ya no peinen nada- lo corroborarán. Pero hubo un tiempo en que el natural deseo de los jóvenes por explorar sus cuerpos y tocotearse estaba muy mal visto por ciertos sectores de la sociedad. Y para evitar que la por demás sana juventud de aquel extraordinariamente plácido tiempo se entregase a tales prácticas, se auguraban desdichas sin fin a aquellos que osasen acercarse al misterioso mundo de Onán. "Te quedarás tísico", decían, "se te secará la médula", aseguraban. Incluso, jeje, llegaban a decir: "te saldrán pelos en las palmas de las manos", ja, pelos en las palmas de las manos, pero qué... qué cachondos...
Glups.
Glups.
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