miércoles, 24 de febrero de 2010

Quiero escucharte

No es solamente la hipercompetitividad que reina en nuestro modo de producción, que por supuesto se manifiesta también en la esfera de lo social. Es que las comunidades se fragmentan, se dividen y se cierran en sí mismas. Las familias, otrora sostén de la socialización, han dejado de cumplir ese papel para ofrendar sus esfuerzos al dios del mercado y la productividad; un dios eternamente hambriento e imposible de saciar.

Los medios de comunicación, por supuesto, no son ajenos al proceso; la información se divide en paquetes cada vez más pequeños y veloces; lo nuevo y lo breve es bueno, mientras que la profundidad, la reflexión y el análisis son, cada vez menos discretamente, eliminados de la ecuacion. Nadie escucha a nadie, todos corren y todos gritan.

Por eso, quiero reivindicar el valor de la pausa. El valor de la conversación tranquila y reposada. El valor de decir eh, espera, quiero escucharte.

Así que, vamos, comienza. Quiero que sepas que tengo tiempo para oír lo que tengas que decir.


"¿...por qué estoy desnuda?"
"Es realmente una larga historia."


¡No importa! ¡Tenemos tiempo! ¡Mira, he traído una silla y palomitas! ¡Detalles! ¡Dame detalles!

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