Yo fui muy grande, tío. Aquí, donde me ves, yo antes... molaba. En aquellos tiempos yo fui el Rey, il capo di tutti li cappi... el Puto Amo, vamos.
Te lo juro: no podías pasar un día sin ver mi careto al menos una docena de veces... por la tele, en vallas publicitarias, en carteles... donde fueras, allí estaba yo. Omnipresente. Las masas... las masas me adoraban, tío. La muchedumbre se volvía loca, loca por tenerme, por tocarme, por escucharme... no veas la de merchandising: que si camisetas, gorras, toallas, cepillos de dientes, videojuegos... joder, si tenía mi propio idioma. ¡Mi propio idioma, tío!
Hay que controlar mucho para que todo eso no te supere... y yo era muy joven, tío, ¿sabes lo que quiero decir? Las giras, los viajes, los shows... miles de tías a tu disposición, pasta por un tubo... fue cuestión de tiempo que empezase a meterme de todo. Sólo para tener un poco de paz mental, ¿sabes? Llegó un momento en que iba 24 sobre 24 flipado, lleno de mierda hasta las cejas. Hay varios meses que ni siquiera recuerdo, tío. Nada. Como si no hubiesen existido.
Y luego estuvo el asunto de aquel hotel de Las Vegas... qué fiestón, cuando llegaron los bomberos no podían creerse lo que le habíamos hecho al edificio... creo que aún nos hubiésemos escapado con bien, que no hubiese pasado nada... si no hubiesen encontrado aquel maldito ornitorrinco. ¿Sabías que el puto ornitorrinco es una especie protegida en Nevada, tío? Pues yo no...
A partir de ahí, me hicieron el vacío... todos y cada uno de ellos, tío... a partir de lo del ornitorrinco se acabaron para mí las entrevistas, las pelis, las fiestas... se acabó la pasta. Mi agente se largó con todo lo que pudo trincar, que fue casi todo, y me dejó tirado.
Pero, eh, yo no me rindo. Ahora estoy limpio, no me meto, hace casi seis semanas que no pruebo el alcohol, y me han ofrecido un papelito. No es gran cosa, ya lo sé, y tengo que ir pintado de azul...
Pero, eh, es un comienzo, ¿vale?
Te lo juro: no podías pasar un día sin ver mi careto al menos una docena de veces... por la tele, en vallas publicitarias, en carteles... donde fueras, allí estaba yo. Omnipresente. Las masas... las masas me adoraban, tío. La muchedumbre se volvía loca, loca por tenerme, por tocarme, por escucharme... no veas la de merchandising: que si camisetas, gorras, toallas, cepillos de dientes, videojuegos... joder, si tenía mi propio idioma. ¡Mi propio idioma, tío!
Hay que controlar mucho para que todo eso no te supere... y yo era muy joven, tío, ¿sabes lo que quiero decir? Las giras, los viajes, los shows... miles de tías a tu disposición, pasta por un tubo... fue cuestión de tiempo que empezase a meterme de todo. Sólo para tener un poco de paz mental, ¿sabes? Llegó un momento en que iba 24 sobre 24 flipado, lleno de mierda hasta las cejas. Hay varios meses que ni siquiera recuerdo, tío. Nada. Como si no hubiesen existido.
Y luego estuvo el asunto de aquel hotel de Las Vegas... qué fiestón, cuando llegaron los bomberos no podían creerse lo que le habíamos hecho al edificio... creo que aún nos hubiésemos escapado con bien, que no hubiese pasado nada... si no hubiesen encontrado aquel maldito ornitorrinco. ¿Sabías que el puto ornitorrinco es una especie protegida en Nevada, tío? Pues yo no...
A partir de ahí, me hicieron el vacío... todos y cada uno de ellos, tío... a partir de lo del ornitorrinco se acabaron para mí las entrevistas, las pelis, las fiestas... se acabó la pasta. Mi agente se largó con todo lo que pudo trincar, que fue casi todo, y me dejó tirado.
Pero, eh, yo no me rindo. Ahora estoy limpio, no me meto, hace casi seis semanas que no pruebo el alcohol, y me han ofrecido un papelito. No es gran cosa, ya lo sé, y tengo que ir pintado de azul...
Pero, eh, es un comienzo, ¿vale?
[Superlayo did it]
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