jueves, 19 de junio de 2008

El primer día nunca es un buen día

Estupendo.

Sencillamente, estupendo.

No podía esperarme unos días más, no. Tenía que lanzarme hoy precisamente a combatir el crimen y defender al inocente, en mallas nada menos. Que, por cierto, que no veas lo que lo que pican. Y que me parece que han encogido un poco con esas cuatro gotas de hace un rato, porque cuando me agacho me entra un fresquito por detrás.... vamos, que debo estar enseñando la hucha a treinta y cinco televisiones en directo.

Dios, cómo me duelen las picaduras de avispa. La próxima vez, el Sargento Libertad oteará desde los tejados de la ciudad con un buen insecticida en su arsenal. Espero no ser alérgico. Sólo me faltaría eso, con lo que me duele el tobillo torcido. Espero que sea esguince, y no desgarro. Je.

En fin, que aquí estamos. Con los Vengadores, los 4F, los Defensores y qué se yo en esa convención en la Costa Oeste, sólo a mí se me ocurre ponerme a defender el bien yo solito. En mi primer día. Sin poderes, y con la mierda esta de pistolita que ni dispara ni ná. Con dos cojones. ¿Hubiese pasado algo si me pongo a defender el bien mañana, o, mejor, pasado mañana o el otro? Noooo. Pero yo, hala, empeñado. Cachis.

Y tenía que aparecer el bicho ese, jesús, pero qué le dieron de comer. Espinacas, supongo: todo verde, que lo menos hace tres metros el tío, y cabreado. ¿Cómo me he dejado acorralar? Tranquilo, tranquilo. El es más fuerte, pero yo soy más hábil. Venga, chavalote, valor y al toro, que de ésta me corono. Después de todo, ¿qué más puede salir mal?


¡Hulk sabe kung-fu!


Me c*** en mi p*** vida...

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