Igual que ayer compartí mi paternal felicidad con vosotros, amigos lectores, hoy toca hablar de el otro lado del saló. Hoy toca tristeza.
A poco de ingresar el día jueves en el Saló, la marcianita y yo nos acercamos al stand en el que se promocionaba la nueva película de Lobezno. Allí esperaban turno pocas, muy pocas personas, al objeto de retratarse ataviados con una fermosa cazadora de cuero y unas muy resultonas garras de plástico. De manera que nos sumamos a la cola.
Un aficionado anónimo,
sin relación con la situación concreta,
posando en el lugar de los hechos.
La perspectiva de retratarse en pose super heroica excitó el ánimo de la marcianita, cosa que llamó la atención del individuo que ocupaba el lugar imediatamente anterior a nosotros en la cola. Un señor al que calculé frisar la cincuentena y que, a pesar de su provecta edad, se jactaba de su afición y tremendo cariño por el comic-book super heroico. Lo que se llama un entusiasta, al que creí extasiado -cómo no- ante la perspectiva de tomar, siquiera por unos instantes, el papel de su héroe de ídem.
Cual no sería mi sorpresa cuando, en llegándole el turno a mi interlocutor, éste dirigióse a su acompañante, que hasta aquel momento, y debido probablemente al hosco silencio que ahora evidenciaba, me había pasado inadvertido. Tratábase de un ejemplar ejemplar de adolescente, pues de una sola mirada capté todo lo que a tales individuos caracteriza: ese porte desgarbado, esa mirada huidiza, esa rebeldía porque sí, ese carácter a juego.
Toda la ilusión que el progenitor le echaba al asunto (¡ponte la chaqueta! ¡Venga, hombre! ¡Pon cara de malo! ¡Haz una pose!) cayó en saco roto. El ninio, con innnnnnfiniiiiiiita desgana, apenas acertó a responder las exhortaciones de su progenitor levantando las garras hasta formar un miserable ángulo de noventa grados con el resto de su desgarbado cuerpo. Todo ello adornado con una de las más memorables caras de "No quiero estar aquí" de la Historia Universal. Para, segundos después, aflojar su presa sobre una, una sola, de las garras que pasó a colgar inerte, deslabazada, desnortada. Una garra recta y otra torcida. Cara de asco.
Un momento, amigos, tristísimo de verdad.
¿Qué enseñanzas podemos extraer de todo esto? A mi juicio, dos, a cual más importante. Una: los frikipadres no debemos, repito, no debemos, tratar de imponer nuestras aficiones a nuestros retoños. Por mucho que nos atraiga la posibilidad de transmitir a nuestros hijos las costumbres que tanta felicidad nos han brindado, debemos dejarles buscar, de entre las infinitas posibilidades que el mundo ofrece, la que ellos mismos consideren adecuada y atractiva. Y dos, si realmente estamos decididos a hacerlo...
...hay que empezar cuanto antes.
[¿Veis? Os dije que si os portabais bien, os enseñaría alguna foto más]
Jajajajaja ¡Que crack!
ResponderEliminarPD: con qué estilazo posa el aficionado 'anónimo'
Si en casa coge tres cuchillos a la hora de cenar, y se los pone entre los dedos a modo de garras de Lobezno, sabrás que tu criatura IS THE CHOSEN ONE!
ResponderEliminarA mi me sale un hijo lector de Dostoyevski y lo echo de casa ¡hasta ahí podíamos llegar!
ResponderEliminarSe lo paso sólo porque sus infantiles manos no podían sostener las garras... No, ya en serio, la marcianita mola mogollón, que hasta cara de circunstancia pone...
ResponderEliminarMal, muy mal. Si su marcianita termina leyendo ediciones bellísimas del Príncipe Valiente, recuerde de quién fue la culpa.
ResponderEliminarDe momento, podemos afirmar que la marcianita progresa adecuadamente. Si dentro de 8 años se vuelca en el Leif Garrett (*) del momento, ya nos preguntaremos qué ocurrió.
ResponderEliminar(*) Recordemos que Su Marcianidad está viviendo en los ´70.
Gracias por las fotos del salón, maestro. Definitivamente, la mejor manera de inculcar a los niños el gusto por el cómic es predicando con el ejemplo (que lo vea leerlos, que hable de ellos como algo muy natural), así que yo creo que va por buen camino.
ResponderEliminarJesús de Veracruz, se pierde uno un par de años y ¡la marcianita crece en un parpadeo!
ResponderEliminar~Irredenta