La lucha, frenética, salvaje, parece haber llegado a un prematuro final. La vida del gigantesco Gorila Blanco Marciano pende no ya de un hilo, sino del cada vez más precario agarre de la única de sus cuatro extremidades que aún soporta su tremendo peso. Cualquier guerrero aprovecharía el momento para asestar el golpe definitivo, pero...
...pero John Carter, Señor de la Guerra de Marte, no es cualquier guerrero, y retiene su mano. Porque intuye que, aún perteneciendo a mundos diferentes, y habiendo luchado a muerte hace escasos segundos... podría, podría haber una posibilidad de... ¿qué?
John Carter, Señor de la Guerra de Marte, sabe que seguir tu instinto hasta las últimas consecuencias pude conducirte tanto a la gloria como a la muerte... pero, ¿qué es el Destino, sino el caprichoso resultado de un dado lanzado con desespero? ¿Acaso no vale la pena jugar, y perder si fuere menester, a cambio de la escasa probabilidad de obtener el mayor premio de todos? Todos estos pensamientos atraviesan su mente en menos tiempo del que se tarda en decir "suspensorio"... y, finalmente., ¡John Carter toma su decisión!
No sin precaución, el Guerrero de Otro Mundo tiende su mano a la bestia... sus poderosos músculos elevan los cuatrocientos quilos de gorila a través de la tenue atmósfera marciana... e, inmediatamente, se tensan, a la espera de que el gorila haga su movimiento... ¿qué va a ser, oh, magnífica bestia? ¿De nuevo habremos de luchar? El tiempo parece congelarse en un instante perfecto, la respiración entrecortada, los ojos fijos en el rival... "¿Nos entendemos?", pregunta el Guerrero de Otro mundo...
..."¿que si nos entendemos?", parece expresar el gigantesco gorila, mientras gira su majestuosa grupa...
"Ya lo creo que nos entendemos, guapo...", parece decir....
Animalico, es que sólo le falta hablar, maldita sea...
