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martes, 10 de mayo de 2011

Es que le quitas toda la gracia

Vamos a ver.

Todos sabemos que DC lleva un tiempo algo, cómo decirlo, flojilla.

Que si el Superman Paseante... que si Wonder Woman se cambia de traje... que si la p*ja mental de Morrison con Batman ya está durando un poquito demasiado... que si la JLA se ha convertido en el harén de Dick Grayson (y, sí, ahí incluyo a Congorilla, que me da el pálpito que en la próxima retcon lo dejan claro)...

Vale, de acuerdo, puede ser. Un momento tonto creativo lo tiene cualquier editorial. Marvel lo tiene desde... veamos... los ochenta más o menos, y yo no voy señalando por ahí con el dedo, ¿verdad?

Pero lo que no se puede hacer es fallar en lo básico. Un poner: uno de los últimos números de Booster Gold. Resulta que el bueno de Booster va a parar al trullo en algún momento del futuro. Y ahí está el, todo tranquilito en su celda Hi-Tech, cuando los guardianes de la prisión...




...vienen a hacerle una visita con esa bonhomía y buen rollito que caracteriza a los guardianes de prisiones a lo largo y ancho del Multiverso. Y ya nos imaginamos todos a qué van los guardianes de prisiones en grupo, con el equipo completo, en perfecto estado de revista y con las porras bien rampantes a visitar a un recluso, ¿no?




Pero ah, amigos. Ésa es la clave.

Nos lo imaginamos.

No lo sabemos.

No estamos seguros.

Porque es un comic, y en un comic cualquier cosa es posible.

Así que lo mínimo que puedes hacer, si quieres mantener ahí bien alta la tensión narrativa...



... es ahorrarte el espoilerazo con el título del próximo número, ¿no?

miércoles, 16 de junio de 2010

Prison Break

Es la regla básica.

Cuando entras en el trullo, debes hacerte respetar. Todo el mundo lo sabe.

Porque, si no te respetan, acabas siendo la novia de alguien.

Así que desde el mismo instante en que puse el pie en la penitenciaría, me propuse conseguir ese respeto.

Por cualquier medio a mi alcance, lícito o ilícito. En la guerra, ya se sabe.

De modo que utilicé todo el repertorio.

La pelea con los descerebrados del primer día.

Mis respetos al capo di tuti li capi.

Mi desprecio público a los guardianes.

Mi trapicheo privado con esos mismos guardianes.

Y casi lo conseguí.

El día de la fuga, estuve a un túnel de ventilación de salir indemne.



Un maldito túnel de ventilación.



Porque, si no hubiese sido por aquel maldito, maldito túnel...



Estoy seguro de que lo hubiese conseguido.


Retrospectivamente, no debí hacer tantas pesas en el patio.