La vida le sonríe al moderno Peter Parker. Al menos, en la edición española de sus aventuras. Tiene trabajo, probablemente tenga novia, yo qué sé, es todo un Vengador de pleno derecho.... qué diferencia con los... cuidado que voy... con los 90.
Sí, lo sé, he mentado la bicha. Observad, observad al pobre Parker noventero, todo orgulloso él, porque le han hecho, ojocuidao, Vengador Reserva. O sea... Vengador Reserva. ¿Cómo será ser Vengador reserva...? (¡Parker! ¡Calienta chaval, que vas a salir! ¡Pide el cambio pooooor... uhm... Ojo de Halcón! ¡Y vigílame a Nefaria que no quiero que toque bola, ¿estamos?)
Pero a lo que iba. Que llega Parker, todo orgulloso el a casa, donde le espera (es un decir) su Marichein, y, ¿qué es lo que obtiene de la Reina del Cardado? Yo os lo diré. Frialdad e indiferencia. Eso es lo que obtiene.
"¡Vengador! ¡Reserva, pero Vengador!"
"Sí, sí, lo que tú quieras, pásatelo bien... me voy que llego tarde, ¿eh?"
"¡Hala venga, hasta la noche! "
"¿?"
El pobre Parker. Él, que venía hinchando el pecho, ancho como un pavo y, por qué no decirlo, con ganas de "celebrarlo", guiño guiño codazo, se va a quedar con su piquito y gracias.
A menos que...
"Eso no era lo que necesitaba. A menos que..."
A menos que...
Oh, vamos, no me hagáis que os haga un dibujo....
Bueno, va.
Pero es la última vez, ¿estamos?
