Mostrando entradas con la etiqueta Kryptón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Kryptón. Mostrar todas las entradas

miércoles, 5 de noviembre de 2014

10 retornos 10

Eh, espera, ¡tengo una idea! ¿Por qué no hacemos que el Supes vuelva a... (pausa dramática)  Kryptón?











Dijo el tipo, en mitad de una tormenta de taquiones...

jueves, 21 de octubre de 2010

Por qué echo de menos Kryptón

Es que... sólo de pensar lo que perdimos con la destrucción de Kryptón... con lo que había sido capaz de conseguir la civilización kryptoniana... la teleportación interestelar... el reloj del tiempo... los gorilas hexápodos trapecistas...

Photobucket


No, no estoy llorando... es que se me ha metido algo en el ojo.... ¡snifffrrrls!

martes, 13 de abril de 2010

Jor-El, genio incomparable

Es bien conocida, en términos generales, la enorme capacidad científica kryptoniana en general y la de Jor-El en particular. Pero dudo que tengamos un idea realista del verdadero grado de genio científico que Jor-El, como paladín del conocimiento kryptoniano, llegó a atesorar.

Que es, por supuesto, apabullante.

Por suerte, en Superman #77 tenemos una prueba, otra más, de la enormidad de ese genio. Allí se nos cuenta cómo, poco antes de la destrucción de Kryptón, y convencido ya de su inevitabilidad, Jor-El contacta por radio con un terrestre llamado Enders.


Si la radio te habla, bien. Si le hablas tú a la radio...

A través de la radio, Jor-El invita al asombrado terrestre a visitarlo en el avanzadísimo Kryptón. Un momento, ¿visitarlo? ¿Cómo puede ser esto?

"Podríamos quedar..."
coño! Jor-El inventó el facebook!


Sencillo: Jor-El instruirá al profesor Enders para que construya, atentos, un Transportador de Materia Interestelar. Fijaos lo avanzadisima que tenía que estar la ciencia kryptoniana para, ahí es nada, transportar materia, incluso seres vivos, a lo largo y ancho del universo. ¡Incluso seres vivos!

Si no tiene lucecitas, no teletransporta. Canónico.

Jor-El aprovechó la visita de Enders para, básicamente, hablar con el y ampliar conocimientos sobre la Tierra. Que sí, que lo podrían haber hablado por radio y punto, pero, ¿y el contacto humano? ¿Dónde quedaría entonces el contacto humano? Estamos hablando de ciencia con corazón, amigos.

"Hay locales de señoritas que fuman aquí, aquí y aquí..."

En fin, que una vez satisfechas las ansias de conocimiento de Jor-El, el señor Enders, vivito y coleando, es devuelto a la Tierra utilizando el Transportador Interestelar de Materia.

¡Hala majo! ¡Que te la pique un escarabajo!

Transportador Interestelar de Materia, que, me gustaría subrayar, es capaz de transportar seres vivos a través del espacio cubriendo distancias astronómicas en cuestión de segundos de manera que sería harto sencillo, que se yo, evacuar tranquilamente la población entera de un planeta al borde de la extinción en cuestión de minutos.

Por ejemplo.

Los kryptonianos.

Vaya cracks.

martes, 23 de marzo de 2010

Desmadre a la kryptoniana

La trágica explosión de Kryptón acabó con la vida de (casi) todos sus habitantes... y junto a ellos desaparecieron también sus costumbres, sus tradiciones, los modos y maneras que fojaron una orgullosa civilización capaz de menospreciar a su mejor científico, condenándose así a la extinción.

Hoy queremos recordar, a modo de homenaje y porque sí, la que fue quizás la más popular actividad recreativa de los jóvenes kryptnianos. Mientras que en planetas atrasados como la Tierra los jóvenes se dedican al botellón o al consumo de sustancias de legalidad borrosa, los jóvenes de Kryptón divertíanse de modo harto diferente.

Los sábados por la noche y hasta altas horas de la madrugada, era frecuente que las diferentes pandillas de adolescentes kryptonianos confluyeran masivamente en la Gran Plaza de Kryptonópolis, a admirar y honrar con su indivisa atención una obra maestra de la ingeniería kryptoniana: nada más y nada menos que el Reloj del Tiempo, un sofisticadísimo mecanismo que informaba a los presentes, en tiempo real, acerca del lapso transcurrido entre la formación del planeta, seis billones de años atrás, y el ahora. Echenle ustedes un vistazo, y exclamen como yo lo hago en este mismo instante...


Tic.

¡Yupiiiiii!