Yo, así a bote pronto, veo tres líneas de investigación.
Una, la más obvia, que el chaval se haya empachado -lógico-, y haya echado ahí todo lo que llevaba dentro. Dos, que alguno de los presentes se haya, ejem, dejado llevar y haya salpicado -espectacular parábola mediante- las exhuberantes, casi powergirlescas, estanterías de Emma Frost. Y tres, que la pobre Emma haya tenido ese problema tan común de las madres recientes, esto es, una pequeña fuga láctea.
Caso de ser éste último el caso, que no creo, pero por si acaso, tengo que preguntar...
...eh, chaval... ¿te vas a acabar eso?
[Alejandro Reguera, two in-a-row!]