- ¡Aqualad, Aqualad, corre, acude raudo a mi voz!
- ¿Qué es lo que acontece, Aquaman?
- ¡Me ha dado una rampa! ¡Debes ayudarme, chico acuático, pues no se si tal dolor podré soportar por mucho tiempo!
- ¿Una rampa? ¿Y en cual de tus poderosos, glups, miembros te ha dado tal rampa, oh, Señor del Océano?
- ¡Pues no en otro lugar que en mi regio índice, dilecto ayudante!
- ¡Dame instrucciones, oh señor de la Atlántida! ¿Qué debo hacer para sanar tu afección y curar tu dolor?
- Escúchame pues con atención: aferra mi índice con firmeza... y a mi orden, da un enérgico tirón... ¿entendido? Un... dos... ¡tres!
- ¡Ungh!

- Ja-ja, Señor del Océano...