¡Pánico en el cielo! El intrépido Stanislaus, de los Blackhawk de toda la vida, ha sufrido un percance a 2.000 pies de altura, mientras pilotab... mientras NO pilotaba un habitáculo volador de plástico! ¡Es la muet-te para el bravo Stanislaus, sin duda!
Pero... ¡no enterremos todavía al valiente polaco! ¡Porque es un Blackhawk... con recursos! ¡Ahí lo tenemos, aferrándose a la vida con uñas, dientes y, caramba, de repente algo me ha recordado que estamos vendiendo estas estupendas chaquetas de cuero!
¡Pero, ah, mucho nos tememos que chuparla, perdón, que la chupa no va a ser suficiente! ¡El desdichado aerialista se acerca al suelo a toda velocidad! ¡Le quedan cien pies! ¡Ochenta pies! ¡Sesenta! ¡Cuarenta! ¡El final es ya inevitable! ¡Veinte pies! ¡Diez pies! Espera, ¿diez pies? ¿Diez? ¿Tres metros o así?
Hombre, para sólo tres metros que hay, hasta voy y me luzco...¡HAWK-A-A-A-A-A!!!