lunes, 14 de septiembre de 2009

Totémico animal

Vale, Puertas abiertas. Ya sabeis de qué va: a partir de hoy y hasta nueva orden, porque en el Blog de Jotace las semanas duran lo que nos dé la gana, todos y cada uno de los posts (¿jeroglíficos, alguien? ¿Sugerencias para coles de portadas? ¿Eo?) estarán basados en o serán directamente aportaciones de nuestros distinguidos lectores. Como por ejemplo...

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Estimado señor Jotacé, leí en este su blog, algunos comentarios que con sorna y chanza se divertían a costa de las costumbres de los Asgardianos, sus nuevas costumbres entre los pueblerinos de Oklahoma y su carencia en lo que vienen siendo las mujeres. Pues bien, yo ahora le digo que esos comentarios nacen del total desconocimiento y que antes de argumentar semejantes teorías, debería documentarse algo más sobre las costumbres y el folklore de Asgard.

Tomen asiento que les voy a ilustrar con una bonita historia sobre estos rudos y varoniles hombres del medievo, que llegaron desde más allá del mar mientras Heimdall soplaba su enorme trompa para crear ambiente.



De todos es sabido que los Asgardianos son vikingos y, como tales, una cultura expansionista que se adentraba sin dudarlo en las bravías aguas de sus mares; realizando largas travesías de destino incierto que los llevaron hasta los lugares más lejanos del mundo. Todas esas cosas que aprendimos con Vicky el Vikingo. Luego es falso que los Asgardianos no tuvieran mujeres, sino que debían separarse de ellas los meses que se echaban a la mar, dejándolas tristes y desconsoladas en su hogar aguardando su regreso.



Durante estos largos meses de soledad, rodeados de compañeros de armas y lejos del calor y consuelo que ofrece una mujer, no eran pocas las ocasiones que surgían tensiones entre la tripulación estallando en violentas búsquedas de afecto.

A veces en solitario (y a discreción)


A veces en grupo.



Pero casi siempre con dramáticas consecuencias.


Alejándose así por completo de la pureza espiritual y sano consuelo de las relaciones conyugales (eso de “Hoy me duele la cabeza y todavía no existen las aspirinas”, “¿Por qué no me has saqueado algo bonito?” o “Hace mucho que no salimos a comer venado en salsa”) y poniendo en peligro la camaradería entre hermanos de armas, pues si en lugar de vigilarte las espaldas, te vigila más abajo, poca confianza obtendrías en el campo de batalla.

Estaba claro que había que encontrar algún medio para llenar ese vacío espiritual para llevar la calma a la tripulación y aquí es donde emerge la figura de los cultos antiguos, y del chamanismo primigenio, para cubrir ese hueco con un sólido apoyo en las cosas pequeñas que distraigan nuestra mente. Y es que al igual que los hindúes idolatran a las vacas, los mongoles al caballo o los nativos americanos al bisonte, los Asgardianos tenían a su propio animal totémico, el más noble entre los nobles, alrededor del que giraba su cultura: La Cabra.




Su carne proporciona alimento, su leche líquido con el que saciar nuestra sed y su piel abrigo con el que resguardarnos en las frías noches de invierno, por lo que no deberíamos malinterpretar el estrecho vínculo entre los nórdicos y estos animales, cuyos dones podían significar la diferencia entre la vida y la muerte, la cordura y la locura, y cuyo culto alejaba a los Asgardianos lejos de sus bajas pasiones.

Vínculo que a veces se manifestaba con amor.



Otras con la crudeza de las relaciones difíciles.










Y que en otras ocasiones encontraba competencia en otros sectores.


Aunque siempre terminaban volviendo a su culto.



Con desaforada pasión.


Un culto del que no se libraba ni la erótica del poder.



Espero haber dejado claro con todo esto que la devoción que los Asgardianos profesan hacia estos animales, no es en ningún momento nada enfermizo ni malicioso, si no un simple y sano culto hacia un animal tan fuertemente arraigado en su forma de vida.

¿Por qué queda claro, no?


Atentamente, vuestro amigo y servidor Julian Keller.


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Hala, ahora, a mantener el nivel...

2 comentarios:

Humor comiquero sofisticado e inteligente. Hacemos de la elegancia nuestra bandera. No encontrará usted nada mejor a este lado del rio ese de CHOCHOA.