Una de las muchas maneras de dividir al colectivo friki es atendiendo al grado de realismo que consideran ideal en un tebeo. Durante largo tiempo, el reinado DC se basó en un comic con tintes claramente fantasiosos e irreales, y cualquier lector de este blog sabrá a lo que me refiero. La innovación del abuelo Stan, consistente en aportar la existencia de problemas "reales" a la vida de los héroes, inclinó la balanza hacia el lado contrario y nos hurtó durante largo tiempo la feliz ingenuidad DCera a cambio de las depresiones y malos rollos marvelitas.
Ese giro hacia el realismo es perceptible, de tanto en tanto, a todos los niveles. De repente, un héroe adopta un traje de invierno porque hace frío. O decide llevar cinturón y una chaqueta chanante para llevar sus cosillas. O da una nueva explicación "racional" para sus poderes. Y los frikis "realistas" disfrutan como enanos porque, ey, ésos son héroes "de verdad".
Pero, qué queréis que os diga.
Ese giro hacia el realismo es perceptible, de tanto en tanto, a todos los niveles. De repente, un héroe adopta un traje de invierno porque hace frío. O decide llevar cinturón y una chaqueta chanante para llevar sus cosillas. O da una nueva explicación "racional" para sus poderes. Y los frikis "realistas" disfrutan como enanos porque, ey, ésos son héroes "de verdad".
Pero, qué queréis que os diga.
Yo casi que prefiero menos realismo, la verdad.
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