miércoles, 4 de junio de 2008

Apuntes de técnica comiquera: el caso Morrison


Grant Morrison es, en la actualidad, uno de los pocos guionistas capaces de atraer lectores a cualquier serie que escriba. Sabemos que será mejor o peor, pero que sin duda contendrá un puñado de ideas y diálogos espatarrantes y espectaculares.

Pero esa espectacularidad tiene también un efecto perverso, que no es otro que ocultar el resto de virtudes que adornan al bueno de Grant, y que son muchas. Hoy nos centraremos en una: la caracterización de personajes. Y, para ello, tomaremos el primer número de su actual trabajo en Batman.

Veremos cómo, en ese primer número, apenas unas mínimas pinceladas le permiten dibujar la idiosincrasia propia de cada personaje, captando su esencia de una manera rápida y eficiente; artísticamente elegante, si se quiere decir así.

El comic se abre con una imagen del Comisario Gordon. El Comisario Gordon ha sido envenenado, probablemente con fluido jokerizador (ejem), y se precipita al vacío desde las alturas.


¿Qué nos está diciendo Morrison? Que el Comisario Gordon es una víctima, por supuesto. Está atrapado entre una lucha de fuerzas irresistibles que jamás llegará a comprender, entre dos colosos que luchan con sus propias reglas. Gordon es, como el resto de los mortales, un mero espectador que fácilmente puede ser conducido a la locura si tratase de participar de esta épica confrontación. Perfecto.

Pasemos al Joker. Ésta es su primera aparición.


¿Se puede decir más con menos? Su rostro desencajado, su pose, su discurso, todo indica la locura que anida en ese torturado corazón. Su deseo más íntimo se revela explícitamente: matar a Batman. Delante de niños. El Joker está loco, y en sólo un plano ha dejado claro tanto su motivación como los medios que está dispuesto a utilizar. Excelente.

Por supuesto, Batman recibe un tratamiento similar. Helo aquí.


Batman es el cazador implacable, majestuoso. Batman surge de las sombras allá donde haya un crimen. Ningún criminal está a salvo del Cruzado Enmascarado. Espectacular.

Y, por supuesto, está Robin.

Morrison, como buen conocedor del Universo DC, comprende especialmente la necesidad de dejar clara su posición acerca del en ocasiones equívoco Robin. ¿Cómo plasmar de forma sencilla la leyenda del mejor sidekick que vieron los tiempos?



Contoneándose lascivamente en una barra. ¿Lo ha clavado Morrison -con perdón- o no?


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