miércoles, 1 de marzo de 2006

Carta abierta a mi kioskero

Apreciado señor kioskero:

Hace ya mucho, mucho tiempo que nos conocemos. A diario, paso por delante de su establecimiento y adquiero, indefectiblemente, un periódico. En ocasiones, puesto que no soy dado a seguir las colecciones que dicho periódico ofrece, me requiere para recortar el cupón correspondiente a la promoción en curso, a lo que yo, también indefectiblemente, accedo.

Por detalles como éste entiendo que mantenemos una relación que podríamos tildar de cordial. Sin embargo, a pesar de ello, hace unos días mi natural timidez me impidió comentarle un temita que me lleva a mal traer desde entonces. Me refiero al día en que adquirí en su establecimiento los numeros dos y tres de la colección de El Príncipe Valiente.

El cuerpo del delito

Esos números constituían la segunda entrega de la colección, a un precio de 4,95 €, creo recordar. El problema, y debo reconocer que en parte, fue culpa mía por descuidado, reside en el hecho de que los dos álbumes se presentaban en un cartón de aproximadamente un metro cuadrado, estrategia por demás habitual en este tipo de publicaciones, planeada al objeto de captar el interés de los transeúntes.

Escúcheme con mucha atención, señor kioskero: del conjunto formado por cartón y álbumes, la parte delicada son los álbumes. Repito, la parte delicada son los álbumes. No se trata de asegurar el cartón y tirar despiadadamente del cómic, sino todo lo contrario.

De manera que si, en próximas ocasiones, cometo el error de pedirle que separe ambas cosas para quedarse con el cartón, por favor, tenga la bondad de proceder a su separación con el máximo cuidado.

Suyo afectísimo

Jotace

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