Los más viejos del lugar probablemente recuerden que, en tiempos, el Supes no era el ingenuo boy-scout que es ahora, sino un curtido periodista que zanjaba las más peliagudas situaciones como más nos gusta aquí en el BDJC: con dos cojones.
He aquí, apreciados lectores del BDJC, una nueva ocasión para contemplar aquel tipo duro y confiado que era el Kent pre-crisis, y no la lastimosa nenaza en la que ha digievolucionado.
Metrópolis. 1941. Supongamos que unos malvados espías extranjeros te han trincado, y han decidido darte el pasaporte:
He aquí, apreciados lectores del BDJC, una nueva ocasión para contemplar aquel tipo duro y confiado que era el Kent pre-crisis, y no la lastimosa nenaza en la que ha digievolucionado.
Metrópolis. 1941. Supongamos que unos malvados espías extranjeros te han trincado, y han decidido darte el pasaporte:
Como buenos espías extranjeros que son (probablemente sean hasta comunistas y todo, o, peor aún, masones de la peor calaña), su refinamiento no les permite hacer uso del manido tiro en la nuca, que aunque efectivo, deja luego unas manchas en la ropa que no se quitan con nada. Muy al contrario, su grado de sofisticación es tal que, ya puestos, consideran mejor colgarle de un árbol y atropellarle. A saco. Algo así como un puchinbol, pero en periodista:
Atentos a la jugada: ale...
¡Hop!
Una vez más, los espías comunistas-masones-vendepatrias han mordido el polvo en nombre de la Justicia, la Libertad y el pastel de manzana. Y de las madres, claro. No olvidemos a las madres.
Aaaaaay, Clark... quien te ha visto y quien te ve...
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Humor comiquero sofisticado e inteligente. Hacemos de la elegancia nuestra bandera. No encontrará usted nada mejor a este lado del rio ese de CHOCHOA.